lunes, 17 de septiembre de 2012

El orfanato


Hace 4 años, el cine español presentó una nueva obra de Juan Antonio Bayona- “El Orfanato”. Creo que la podemos contar entre las películas de terror, aunque se diferencia mucho de sus homólogas americanas, llenas de efectos artificiales y monstruos corriendo en la pantalla con armas tremendas.
La historia trata sobre una familia, que regresa al orfanato, donde se criaba la protagonista, Laura. Decide renovar el viejo edificio y crear, una vez más, un lugar que pueda servir a los niños con necesidades especiales. Al mismo tiempo tiene que encontrar una solución a la imaginación de su hijo adoptivo, Simón, que resulta demasiado grande e incontrolada. El chico le explica el juego que está jugando con sus amigos imaginarios. Éste consiste en reemplazar unos objetos por otros, y luego hay que encontrar el tesoro- si ganas, puedes pedir un deseo. La mujer está muy preocupada por los fantasmas que puede ver Simón.


Unos días más tarde uno de estos fantasmas, Tomás, la encierra en el cuarto de baño y Laura se convience de que todo lo que dice Simón es verdad. Mientras intenta a escapar, su hijo desaparece y empieza la búsqueda del chico, que dura 6 meses. Los padres, Laura y Carlos, están totalmente cansados e invitan a una médium para que les ayude. El hombre no lo puede soportar y abandona el orfanato. La protagonista, al final, descubre un armario que conduce a un sótano. Allí encuentra a su hijo muerto. Resulta que ella misma causó todo eso bloqueando en su búsqueda la puerta del armario.
Las últimas escenas son muy emocionantes- como la mujer ha encontrado su tesoro, puede pensar un deseo. Traga varias pastillas, pidiendo estar con su hijo una vez más. Así devuelve a la vida a Simon, pero él quiere quedarse con todos los amigos- fantasmas y ella lo acepta, uniéndose a él.
He visto esa producción unas veces y me gusta mucho, por varias razones- la música (Fernando Velázquez), que siempre corresponde con la situación; la fotografía de Oscar Faura que crea la espantosa atmósfera de toda la película; los actores- especialmente la protagonista, Belén Rueda, que perfectamente nos presenta su depresión nerviosa y la incapacidad de aguantarse con la pérdida; y por último, los viejos trucos del director (la puerta que rechina o un susurro no identificado), que siempre sorprenden con la sencillez y la llegada de los resultados deseados. Por todo eso la obra no se prolonga y nos mantiene en tensión durante sus 100 minutos.  

Dominika Czajkowska

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